“Se han sumergido la luna y las Pléyades, media
noche, pasan las horas y yo, duermo sola”
Escribía Safo allá por el 600 a.c. y mire usted por dónde, terminó un retrato suyo (según fuentes, otras lo desmienten) siendo imagen corporativa o, al menos visible de Claroline, uno de los gestores de aprendizaje vistos en la asignatura, o lo que viene a ser lo mismo: prestando su imagen (supuesta), para una de las herramientas punteras del último grito en aprendizaje y formación, ahí es nada.
Lo significativo de todo esto es que enlaza, con una imagen, 26 siglos de cultura entre la “Casa de las servidoras de las Musas” en Lesbos, hasta el siglo XXI, en el que nos hallamos inmersos y en el que tan deprisa sucede todo, y no es casual; esta visión de la enseñanza-aprendizaje es heredera no sólo de la tecnología desarrollada principalmente en las últimas décadas, también del sustrato cultural occidental que hemos heredado y desarrollado desde la Grecia clásica.
Sola dormía Safo en el poema y sí, solos o más bien dispersos aprendemos nosotros siguiendo esta metodología aplicada, en contraposición a lo practicado siglo tras siglo, pues a lo largo de la historia ha existido una cierta distancia entre el saber y la localización de los individuos. El saber se encontraba localizado físicamente en algún sitio más o menos alejado, lo que requería de un desplazamiento por parte de los estudiantes para poder disfrutarlo. El caudal de conocimientos relevantes era propiedad de la academia, la escuela, de los docentes, de los filósofos, los monjes, los libros, las bibliotecas. Para acceder a estos agentes de la información, la documentación y la formación generalmente se requería un acto físico de acercamiento. Era preciso trasladarse para poder recibir el beneficio del aprendizaje. Existía un tiempo y un espacio necesarios y obligatorios para acceder al conocimiento. Y, como siempre, ese distanciamiento era más salvable para unos que para otros. Gracias a las plataformas y a la irrupción del e-learning como si de un elefante en una cacharrería se tratase, el acceso al conocimiento está disponible las 24 horas del día los 7 días de la semana y desde los lugares más alejados.
Uno de los aspectos más interesantes de este tipo de aprendizaje frente a la enseñanza a distancia tradicional es la capacidad de interacción, con lo cual, retomando la idea del párrafo anterior, los alumnos aprendemos no solos, sólo dispersos, lo cual tiene entre otras virtudes el hecho de juntar alumnos de diferentes lugares que además tienen un sustrato formativo y de cultura local muy distinto, que enriquece el conjunto.
Todo esto es fruto de la globalización y del avance imparable de la conexión a la red a nivel mundial (como hablaba en mi primera reflexión del blog) pero es el lado dulce de la globalización, en cualquier caso. Destacable es el hecho de que existan gestores de aprendizaje muy bien hechos y, además disponibles a los usuarios de manera gratuita en lo que se llaman comunidades, sí, COMUNIDADES. En un momento en el que se habla constantemente de redes, que además son sociales, las clases han pasado a denominarse comunidades de aprendizaje, a un ritmo personalizado y con una cantidad de información ingente con posibilidades de ser compartida, fantástico.
A todo esto ha contribuido muchísimo Moodle, por difusión. Es de todos los gestores con los que hemos trasteado en la asignatura (Moodle, LAMS, Sakai, Claroline, Dokeos) el más difundido, por lo tanto el más compartido, el que tiene la comunidad más amplia y, por lo que parece, el más abierto. Por eso predispone hacia su uso, si es el más difundido tiene, por narices, más documentación en más idiomas que el resto, más soporte, más posibilidades de explotación y, por qué no decirlo, mayor publicidad y difusión que hacen el resto. ¿Es muchísimo mejor Moodle que los otros gestores vistos en la asignatura? Para gusto colores, pero muchísimo mejor seguro que tampoco. Claroline me parece más bonito (el nombre suena bien, ¿eh?) y LAMS tiene unas posibilidades brutales de organizar las actividades. Ni siquiera su página web es tan profesional como la de Sakai. Entonces, ¿por qué Moodle? Mi opinión es que es casi tan bueno en todo como cualquiera de los otros y, en muchas cosas más sencillo o más versátil. Es más rápido que LAMS, más ameno y adaptable que Sakai, me gusta más el modo de hacer una wiki que en Claroline y tan versátil en su caracterización que podría semejarse a cualquiera de ellos (incluido Dokeos) instalando el plugin adecuado. Y hablando de plugins, ahí reside un arma de doble filo, como lo que nos pasó la semana pasada, puede crear problemas que, para un trabajo de una asignatura son mínimos pero para un proyecto real puede suponer un quebradero de cabeza o una pérdida económica. Además, los roles permitidos por Moodle son estáticos, delimitados y tremendamente lineales, aunque claro, para eso está el chat, está el foro, o implementarlo con cualquier otra red social.
Definitivamente, el concepto de enseñanza-aprendizaje ha cambiado. Trabajar con alguna de estas plataformas es atractivo, se usa el ordenador, se forma parte de una red social de aprendizaje y se está a la última con lo más puntero. En el fondo reside la cuestión práctica: LAMS o Sakai parecen más profesionales, más técnicos que Moodle, pero al final, la mayoría de usuarios busca la sencillez y lo sencillo no sólo es respecto al manejo, sino también orientado al soporte, al acceso a las comunidades, al software de apoyo y, por qué no, a las comunidades (de nuevo) de usuarios que comparten inquietudes. Por todo ello, salvo aparición de algún nuevo gestor realmente revolucionario, Moodle va a ver creciendo su número de usuarios de manera exponencial y aventajando al resto de plataformas, porque se trata de eso: acercar el conocimiento al destinatario y no al revés, en contraposición a la historia.
Aún así, por fetichismo, si de detalles se tratase, de Sakai me quedo con el buen rollo que transmite su página web: community, collaborating, join us… de Claroline con el nombre y con Safo, que dormía sola.
noche, pasan las horas y yo, duermo sola”
Escribía Safo allá por el 600 a.c. y mire usted por dónde, terminó un retrato suyo (según fuentes, otras lo desmienten) siendo imagen corporativa o, al menos visible de Claroline, uno de los gestores de aprendizaje vistos en la asignatura, o lo que viene a ser lo mismo: prestando su imagen (supuesta), para una de las herramientas punteras del último grito en aprendizaje y formación, ahí es nada.
Lo significativo de todo esto es que enlaza, con una imagen, 26 siglos de cultura entre la “Casa de las servidoras de las Musas” en Lesbos, hasta el siglo XXI, en el que nos hallamos inmersos y en el que tan deprisa sucede todo, y no es casual; esta visión de la enseñanza-aprendizaje es heredera no sólo de la tecnología desarrollada principalmente en las últimas décadas, también del sustrato cultural occidental que hemos heredado y desarrollado desde la Grecia clásica.
Sola dormía Safo en el poema y sí, solos o más bien dispersos aprendemos nosotros siguiendo esta metodología aplicada, en contraposición a lo practicado siglo tras siglo, pues a lo largo de la historia ha existido una cierta distancia entre el saber y la localización de los individuos. El saber se encontraba localizado físicamente en algún sitio más o menos alejado, lo que requería de un desplazamiento por parte de los estudiantes para poder disfrutarlo. El caudal de conocimientos relevantes era propiedad de la academia, la escuela, de los docentes, de los filósofos, los monjes, los libros, las bibliotecas. Para acceder a estos agentes de la información, la documentación y la formación generalmente se requería un acto físico de acercamiento. Era preciso trasladarse para poder recibir el beneficio del aprendizaje. Existía un tiempo y un espacio necesarios y obligatorios para acceder al conocimiento. Y, como siempre, ese distanciamiento era más salvable para unos que para otros. Gracias a las plataformas y a la irrupción del e-learning como si de un elefante en una cacharrería se tratase, el acceso al conocimiento está disponible las 24 horas del día los 7 días de la semana y desde los lugares más alejados.
Uno de los aspectos más interesantes de este tipo de aprendizaje frente a la enseñanza a distancia tradicional es la capacidad de interacción, con lo cual, retomando la idea del párrafo anterior, los alumnos aprendemos no solos, sólo dispersos, lo cual tiene entre otras virtudes el hecho de juntar alumnos de diferentes lugares que además tienen un sustrato formativo y de cultura local muy distinto, que enriquece el conjunto.
Todo esto es fruto de la globalización y del avance imparable de la conexión a la red a nivel mundial (como hablaba en mi primera reflexión del blog) pero es el lado dulce de la globalización, en cualquier caso. Destacable es el hecho de que existan gestores de aprendizaje muy bien hechos y, además disponibles a los usuarios de manera gratuita en lo que se llaman comunidades, sí, COMUNIDADES. En un momento en el que se habla constantemente de redes, que además son sociales, las clases han pasado a denominarse comunidades de aprendizaje, a un ritmo personalizado y con una cantidad de información ingente con posibilidades de ser compartida, fantástico.
A todo esto ha contribuido muchísimo Moodle, por difusión. Es de todos los gestores con los que hemos trasteado en la asignatura (Moodle, LAMS, Sakai, Claroline, Dokeos) el más difundido, por lo tanto el más compartido, el que tiene la comunidad más amplia y, por lo que parece, el más abierto. Por eso predispone hacia su uso, si es el más difundido tiene, por narices, más documentación en más idiomas que el resto, más soporte, más posibilidades de explotación y, por qué no decirlo, mayor publicidad y difusión que hacen el resto. ¿Es muchísimo mejor Moodle que los otros gestores vistos en la asignatura? Para gusto colores, pero muchísimo mejor seguro que tampoco. Claroline me parece más bonito (el nombre suena bien, ¿eh?) y LAMS tiene unas posibilidades brutales de organizar las actividades. Ni siquiera su página web es tan profesional como la de Sakai. Entonces, ¿por qué Moodle? Mi opinión es que es casi tan bueno en todo como cualquiera de los otros y, en muchas cosas más sencillo o más versátil. Es más rápido que LAMS, más ameno y adaptable que Sakai, me gusta más el modo de hacer una wiki que en Claroline y tan versátil en su caracterización que podría semejarse a cualquiera de ellos (incluido Dokeos) instalando el plugin adecuado. Y hablando de plugins, ahí reside un arma de doble filo, como lo que nos pasó la semana pasada, puede crear problemas que, para un trabajo de una asignatura son mínimos pero para un proyecto real puede suponer un quebradero de cabeza o una pérdida económica. Además, los roles permitidos por Moodle son estáticos, delimitados y tremendamente lineales, aunque claro, para eso está el chat, está el foro, o implementarlo con cualquier otra red social.
Definitivamente, el concepto de enseñanza-aprendizaje ha cambiado. Trabajar con alguna de estas plataformas es atractivo, se usa el ordenador, se forma parte de una red social de aprendizaje y se está a la última con lo más puntero. En el fondo reside la cuestión práctica: LAMS o Sakai parecen más profesionales, más técnicos que Moodle, pero al final, la mayoría de usuarios busca la sencillez y lo sencillo no sólo es respecto al manejo, sino también orientado al soporte, al acceso a las comunidades, al software de apoyo y, por qué no, a las comunidades (de nuevo) de usuarios que comparten inquietudes. Por todo ello, salvo aparición de algún nuevo gestor realmente revolucionario, Moodle va a ver creciendo su número de usuarios de manera exponencial y aventajando al resto de plataformas, porque se trata de eso: acercar el conocimiento al destinatario y no al revés, en contraposición a la historia.
Aún así, por fetichismo, si de detalles se tratase, de Sakai me quedo con el buen rollo que transmite su página web: community, collaborating, join us… de Claroline con el nombre y con Safo, que dormía sola.
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