Está semana hemos trasteado por distintas plataformas de
aprendizaje de código abierto (open source). Leyendo un poco sobre el tema y
las características que te ofrecen este tipo de software, me parece muy
interesante y ventajoso decantarse por esta opción.
El software de
código abierto es aquel distribuido bajo una licencia que permite su uso,
modificación y redistribución. Esto quiere decir que el código fuente está
disponible permitiendo a los usuarios modificarlo, mejorarlo y adaptarlo a las
diferentes necesidades. Defendiendo la idea de que el conocimiento no es
propiedad de nadie, creo que esta opción sería moralmente la más correcta, ya
que permite que todo evolucione y se construyan cosas nuevas a partir de las ya
creadas. En el otro extremo nos encontramos la opción de software privados que
son aquellos en que los usuarios tienen limitado las posibilidades de usarlo,
copiarlo o modificarlo. En mi opinión este tipo de programas informáticos
producen un estancamiento ya que no se
pueden corregir fallos, ni modificarlo para adaptarlo a diferentes funciones y
solo lo desarrollan un grupo reducido de personas, que en muchas ocasiones
están más interesados en fines comerciales que su utilidad. El querer salvaguardar el conocimiento en poder
de unos pocos, no parece que tenga mucho sentido, en la sociedad actual donde gracias a Internet y a las redes
sociales, se puede acceder a gran cantidad de información y trabajar de forma
colaborativa, para desarrollar los conocimientos entre todos.
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